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Categoría: En Periódicos
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 Universidad Omega,
N° 32, marzo 2017.

 

 

   Escribo estas líneas el viernes 31 de marzo, es decir antes de las elecciones internas de los grupos de interés (los hay asimismo algo ideológicos) que se autodenominan Partido Liberación Nacional. La suerte parece echada. Ganará el “joven” político y empresario algo menos joven Álvarez de Santi (apoyado por los hermanos Arias y por La Nación S.A.) y perderá el hijo dilecto de la señora Olsen. Los otros candidatos no despiertan ni amores ni odios. La derrota del hijo dilecto de la señora Olsen se sigue de su historia personal (muy ligada a su carácter) y de su pobrísima exposición como candidato. En los últimos días sus aproximaciones guerreras al tema del narcotráfico y la exaltación de sus testículos como herramienta central de un segundo gobierno despertaron risas, vergüenza ajena y, entre los más piadosos, que recordaron la proximidad de la semana santa, lástima.

   Tanto Álvarez como el hijo dilecto de la señora Olsen hacen parte de grupos empresariales milonarios. Su sola presencia como candidatos (en ausencia de políticos-estadistas o políticos-intelectuales) con posibilidades de éxito, ya era amenazante. Después de los gobiernos de Arias, Chinchilla y Solís el país necesita una fuerza ciudadana y social que los dos primeros despreciaron y el tercero no pudo o supo crear. El país requiere de políticos nacional/regionales honestos y serios y el PLN (que ni siquiera es un partido aunque alguna vez lo fue) no los ha producido desde hace por lo menos 25 años. Un político efectivo se ocuparía más de las necesidades urgentes del país y de su población y de las políticas que se precisan para atenderlas trazando caminos para todos (aunque no todos los recorran de igual manera) que de elecciones. Dentro de estas necesidades la político-cultural central es reconstituir (tal vez alguna vez existió) una ciudadanía nacional, cuestión que solo puede lograrse si los poderosos/opulentos atenúan codicias y desvergüenza y los menos podererosos/empobrecidos aceptan un proyecto con hegemonía del dinero pero que no los conduzca a ellos a la desesperación, el cinismo y la muerte. Los ‘poderosos’ de Costa Rica, han puesto al país en esta situación dramática que no se desea nombrar. Muchos prefieren, ridículamente, ser conocidos como el país más feliz del planeta o por una selección que clasifica para el próximo mundial de fútbol.
   
   Ya electo presidente, el "joven" político-empresario Álvarez podría o no intentar desprenderse de los intereses y negocios de los hermanos Arias. Con los dueños de La Nación S.A. ya tiene nexos que probablemente ayudarán a que algunos logros para cada parte resulten compatibles. El respaldo del medio escrito, un buen número de diputados favorables y un trato más cordial (que el que tuvo la administración Solís) de otras instancias públicas le asegurarían un mandato tranquilo y publicitado positivamente aunque no toque educación pública (ya hay enseñanza privada en todos los niveles), CCSS (ya existen los centros privados de atención de salud), ni se abra a la integración centroamericana o establezca una discusión seria y regional con Estados Unidos respecto de todos los desafíos que implica para el área el negocio de un narcotráfico combatido mediante guerra y policía/legislación. Atenderá con parches, o quizás no atenderá del todo, la falta de empleo y buscará (si sus amigos pueden sacar ventaja de ello) inversión transnacional para resolver los agudos problemas de infraestructura (agua, comunicación, energía, uso de la tierra, calles, caminos y carreteras, etcétera) y sociales (seguridad, acrecentamiento de desigualdades) que la desidia/ceguera política y la inefectividad programada (en función de buenos negocios particulares) han dejado explotar de modo que hoy resultan inocultables.
   
   El título de este artículo no indica que de ser electo el hijo de la señora Olsen, cuestión poco probable, el resultado sería mejor para el país y todas sus gentes. El caballero atendería primeramente los negocios propios y de su grupo pero ellos probablemente rozan o chocan con intereses de los propietarios del grupo La Nación S.A. Las apetencias discordantes harían que la sangre llegase al río (durante la campaña han llegado a su borde). Serían los testículos de uno contra las gulas de los otros. El intento del hijo dilecto de la señora Olsen de dejar sucesor sería chillado como dictadura insoportable. Se compararía a Costa Rica con Venezuela. O se igualaría estas experiencias. La situación aquí es que si gobierna el juvenil heredero de los Arias es suerte mala. Y si gobierna el hijo dilecto de la señora Olsen también es suerte mala. ¿Y si llega al gobierno un social-cristiano? Difícil y habría que contar el número de sus parlamentarios. ¿Y si triunfa el Frente Amplio? Vaticinable, tarde o temprano, un golpe de Estado. ¿Y un político cristiano fundamentalista? Se requeriría rezar con fe para que se convierta o solicitar ayuda a Satanás. Por motivos que no se explicarán aquí la suerte de los costarricenses en política es la que se merecen muchos de sus no-ciudadanos. Y por la existencia de estos no-ciudadanos esta suerte desde hace un tiempo ya largo nunca es buena.
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   Conversación

   Miriam (Costa Rica).- No me parece que se critique la edad del candidato Antonio Álvarez. El punto nada tiene que ver con su capacidad. Tampoco que se mencione su carácter de empresario. Lo que tiene se lo ha ganado con su trabajo.

   HG.- Lo de la edad (pronto cumplirá 60 años) es una alusión al Premio Nobel Óscar Arias quien se dejó decir que él no sería candidato (pese a que estima sería electo abrumadoramente) y que era un momento para dar paso a nuevos valores o generaciones. Al poco tiempo designó como su herededero político a Álvarez (que puede ser maravilloso pero es también político de toda una larga existencia) y luego le impuso como tutor a su hermano Rodrigo. Todo esto lo publicó la prensa. Lo que quería Óscar Arias era que el hijo dilecto de la señora Olsen (a quien parece odiar y tiene 63 años) renunciara a su candidatura. Años atrás Arias nombró como su heredera a la señora Laura Chinchilla y como ella desde la Presidencia no hizo lo que él quería la llenó de insultos personales durante la mayor parte de su mandato. Existe la posibilidad que el señor Álvarez rechace la tutoría de Rodrigo Arias que fue una de las primeras cosas que hizo la señora Chinchilla. En cuanto a lo de 'empresario', es poco probable que millonarios resulten buenos presidentes en América Latina. Sus cercanos tienen intereses económicos poderosísimos y no desean ser tocados negativamente. Ahora, las fortunas de los millonarios pueden ser legales porque la legalidad se sigue del Estado. Pero la legalidad no es idéntica a la legitimidad. Con un ejemplo algo bobo reciente. Una ciudadana costarricense fue condenada en los circuitos judiciales de Nicaragua por participar en una banda de narcotraficantes. En términos jurídicos se trata de una delincuente. Pero La Nación S.A. la califica cada vez de "modelo" (al parecer fue su profesión en algún momento). No se trata de estigmatizar a nadie, en mi caso. Pero una persona que es determinada por un circuito judicial como responsable de un delito recibe el nombre de delincuente. Lo que La Nación S.A. pretende decir (aunque quizás ni lo sepa) es que la legalidad nicaragüense no es legítima por ser nicaragüense. Por ello la dama en cuestión sigue siendo "modelo costarricense". Ahora, no veo que nadie cuestione significativamente aquí en Costa Rica la legalidad de su Estado de derecho. Pero algún diputado pone en duda su legitimidad (sería en exceso social). Y otros, con menos voz que el diputado, estiman que es en exceso patronal y patriarcal. O sea que contiene ilegitimidades. Como se advierte, se trata de discusiones. No se intenta aquí descalificar personalmente a nadie.

   Sergio (Costa Rica).-  Ya se cumplió con la elección y parece que José María ganará. Me parece bueno para el país. Se requiere de alguien con carácter y que resuelva cosas porque hemos estado mucho tiempo sin enfrentarlas.

   HG.- Lo que ha transcurrido es el horario de la elección. Hecho los primeros recuentos el candidato que se presumía ganador habla de "fraude" y quien se presumía (La Nación S.A. presumía), perdedor estima que remontará las primeras cifras y que ganará aunque quizás resulte necesaria una segunda vuelta. Sorprende la reacción del candidato Álvarez  porque montar un fraude nacional no es tan sencillo y compromete a la dirección del Partido. Pero, si la versión del periódico es exacta, tal vez fue solo un impulso de quien está seguro de ganar ampliamente y que, urnas ya cerradas, encuentra que no existe tanta diferencia. Para efectos de la presidencia carece de importancia. Ninguno de los candidatos enfrentará los desafíos que se deben enfrentar y ninguno los resolverá porque para ello se requiere un trabajo y un acuerdo más amplio, político y social, que supera con mucho un mandato de cuatro años y criterios estrechos (como ignorar el área centroamericana). Visto así esta elección hace parte de un espejismo más amplio. Sin embargo, el día antes de la elección Álvarez (siempre en La Nación S.A.) intentó desmarcarse en un punto de los Arias: su política de empleo público en su segundo período. Los Arias habrían intentado disminuir el costo social de una crisis ampliando el empleo público y aumentando su masa salarial, pero sin asegurarse de la calidad de ese empleo. Esto no lo dijo pero esta política social compromete la competitividad del  país. Se trata de un tema importante, pero sesgado. La competitividad del país no pasa exclusivamente por la masa salarial pública y el número de sus empleados o su baja calidad. También pasa por la inversión en educación y en infraestructura, por ejemplo. Y si estos rubros no pueden resolverse bien con inversión extranjera o con deuda externa hay que tocar el ingreso, vía impuestos (o ampliados o mejor cobrados), del Estado. El desmarque de Álvarez resulta así unilateral. Los desafíos no provienen exclusivamente de una inadecuada concreción del empleo público. Son más sistémicos y requieren de un acuerdo nacional políticamente construido. Cualquiera sea el resultado de esta elección primaria el punto resulta central. Si ni siquiera se le menciona, el proceso adquiere el carácter de un oportunismo estrecho y de un personalismo que hasta este momento ninguno de los contendientes se ha ganado y que, además, no podría darse ya como presidente. Esto porque la elección primaria los muestra escindidos en Capuletos y Montescos. Pésimo para el PLN y malo para el país.

    Álvaro (Costa Rica).- Al final ganó uno de los que a usted no le gustaba. Y fue el mejor por lejos.

   HG.- En realidad desde el punto de vista del número de votos necesarios para ganar solo había dos candidatos. Álvarez de Santi y el hijo dilecto de la señora Olsen. Los otros participantes carecían de apoyo financiero para competir y su perfil político no sobresalió en la campaña. Ellos lo sabían y también los electores. Ahora, en política no siempre 2 más 2 son cuatro. El ganador obtuvo el 46% de los votos. De modo que ni él ni sus padrinos, los hermanos Arias, mostraron ser mayoría sólida desde el punto de vista de los números en la elección. Para los hermanos Arias esto debió ser una mala noticia. Los adversario sumaron un 53%. Conste que redondeo hacia arriba las cifras del triunfador y hacia abajo las de los derrotados. El hijo dilecto con 38% de apoyo no puede ser ninguneado porque ese rechazo podría contener una derrota 'liberacionista' en las elecciones presidenciales. 38% se traduce en diputados y quizás en funcionarios de gobierno. El ganador ya designó a uno de los perdedores, Rolando González, para que reúna al partido. Y el que llegó segundo, considerando sus escasos méritos, fue derrotado pero no aplastado. Sigue vivo. Tiene que hacer parte de la reintegración liberacionista. Acosarlo podría ser factor de derrota. Hay que ponerle buena cara y él lo sabe. La negociación se hará y quizás se niegue. Ahora, Álvarez tiene otra opción: negociar con los liberacionistas tercero y cuarto y abrirse a un gobierno multipartidario. Esto le permitiría ignorar al hijo dilecto. En Costa Rica este giro, que tiene racionalidad, suena sin embargo de política-ficción cuando se lo considera electoralmente. Aquí casi todo ciudadano desea figurar como candidato presidencial y Álvarez ya estuvo una vez fuera del partido. Así que lo "cuerdo" le indica que debe negociar con quien dice no querer negociar. Entonces Álvarez consiguió números ganadores y celebró su momento pero políticamente no fue "el mejor por lejos" como usted dice.

   Seidy (Costa Rica).- Me llama la atención que usted se refiera a José María Figueres como "el hijo dilecto" de la señora Olsen. ¿Cuál es la razón?

   HG.- Lo primero es que no intento faltarle el respeto ni a la madre ni al hijo. Probablemente usted es joven y no recuerda la primera candidatura presidencial del segundo. Su propaganda se inició con un anuncio en televisión que mostraba la figura de su padre en un primer momento. Luego se difuminaba y sobre su imagen aparecía la del hijo en la misma postura. No creo sea necesario comentarla. Ahora, en vida Figueres Ferrer, el padre, prefirió que este hijo se dedicara a administrar las empresas familiares y no a la política. Pensó quizás que ese el perfil adecuado para él. Cualesquiera sean los méritos personales de este hijo, no heredó el talento político de su padre. Y el padre, cualesquiera hayan sido sus defectos, fue un gran pensador público (la ciudadanía lo eligió como el mejor político del siglo XX) que se interesó por Costa Rica y por mejorar la vida de los costarricenses. Gran personalidad. Su hijo no parece haber heredado esos talentos. En política se muestra ambicioso y esforzado pero también errático. El efecto (seguramente no deseado) es que parece menospreciar a los ciudadanos. A los costarricenses Figueres Ferrer les parecía suyo. Por lo menos esa es la impresión que a mí me dejó. Esta es en sus rasgos básicos la explicación del giro "hijo dilecto...". Y gracias por escribir.

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